En el marco del encuentro virtual “Diálogos de la agenda pública” organizado por el Centro de Políticas Públicas de la Pontificia Universidad Católica, Carla Leiva y Loreto Rojas, académicas de la carrera Nutrición y Dietética UC, profundizaron los alcances de un estudio que busca proponer la fortificación de alimentos frecuentemente consumidos en Chile con vitamina D.
La vitamina D (VD) es una biomolécula fundamental para múltiples procesos biológicos en el cuerpo humano. Es sintetizada en la piel después de la exposición a radiación ultravioleta (UVB), y en menor medida, ingerida a través de alimentos. Actualmente más de mil millones de personas en todo el mundo tienen deficiencia o insuficiencia de vitamina D, lo que causa enfermedades óseas como raquitismo en niños y osteomalacia en adultos, e incluso ha sido asociada con mayor riesgo de fracturas.
El objetivo principal de este artículo científico es desarrollar una propuesta de fortificación alimentaria con vitamina D para la prevención y tratamiento de la deficiencia de este micronutriente en la población chilena. En este trabajo se expone el panorama internacional y nacional respecto a la deficiencia de vitamina D, su ingesta dietética y el impacto que la deficiencia tiene en diversos grupos etarios. Además, se documentan experiencias internacionales y marcos regulatorios en torno a fortificación alimentaria con vitamina D en el mundo, para finalmente entregar una propuesta para Chile.
Para el Dr. Arturo Borzutzky, académico de la Facultad de Medicina UC y participante del estudio, “el déficit de la vitamina D se debe a la baja exposición solar en latitudes lejanas al Ecuador y es también denominada la epidemia del estilo de vida moderno, que reduce progresivamente las actividades al aire libre y promueve un uso abusivo de bloqueador solar”.
A este antecedente, se suma que aquellos alimentos ricos en vitamina D como son los pescados grasos (salmón, sardina, atún, bacalao, jurel) no son parte de la dieta común. Según la Encuesta Nacional de Salud del Minsal, menos del 10% de nuestra población consume pescado de forma regular, lo que reduce las posibilidades de garantizar su ingestión de forma masiva.
En opinión de la Dra. Catalina Le Roy, académica de la Facultad de Medicina UC y también autora del artículo, señala que tenemos la oportunidad de aprender de experiencias aplicadas en otros países con una baja radiación solar y que han optado por la fortificación de algún tipo de alimento y así asegurar la ingesta diaria, sin que tener que tomar un medicamento o suplemento en el largo plazo, lo que reduce las tasas de adherencia al tratamiento. “Es importante aclarar que el adicionar esta vitamina no cambia la calidad ni el sabor del alimento empleado con vehículo de fortificación, lo que favorece su aceptación. En algunos países esta medida es una recomendación y en otros es ley”, sostiene la docente.
Carla Leiva, académica de la carrera de Nutrición y Dietética UC, explica que los productos como leche, derivados lácteos y harinas de trigo, son alimentos ideales para esta fortificación. “Según la OMS, las cifras de deficiencia de vitamina D en una población definida no debieran superar el 2.5% de esta, no obstante Chile alcanza una de las tasas más altas con un 20%. Por esto, la fortificación alimentaria con vitamina D en nuestro país es imperativa y urgente”.
“El uso de suplementos a toda la población no es la mejor medida ya que, el uso de estos a largo plazo requiere de la voluntad permanente y el hábito de quien lo consume, lo que reduce su efectividad como medida. En el caso de la fortificación alimentaria, esta ha sido la medida de salud pública de elección para combatir deficiencias nutricionales a nivel poblacional. Finlandia fue uno de los primeros países en implementar esta medida y los resultados fueron más que exitosos ya que, erradicaron la deficiencia severa de vitamina D en su población”.
Para la especialista el uso de leche y productos lácteos como vehículos de fortificación, representan beneficios saludables adicionales a la ingesta de vitamina D ya que, además son fuente de Calcio. “Como segundo vehículo planteamos la fortificación de harina de trigo, debido a su consumo masivo y general en la población chilena sin diferencias por estrato socioeconómico, sexo y edad”.
Según Loreto Rojas, también académica de la carrera Nutrición y Dietética UC y co-autora de la publicación, “necesitamos de la participación del Estado a través del Ministerio de Salud para modificar la reglamentación que rige a nuestra industria alimentaria. Para ello disponemos del Reglamento Sanitario de los Alimentos, que regula todos los aspectos relacionados a los alimentos, desde su producción hasta la venta. En cuanto a esta nueva regulación, el énfasis está en que sea una medida obligatoria y no voluntaria, además de involucrar una urgente campaña educativa que permita instalar en la población un mensaje acerca de los beneficios del consumo de vitamina D en la dieta a lo largo del ciclo de vida”, finalizó.
El estudio “Deficiencia de vitamina D: propuesta de modelo chileno para una política nacional de fortificación alimentaria” está disponible en: https://politicaspublicas.uc.cl/wp-content//uploads/2020/07/Paper-N%C2%BA-124.pdf
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