El 26 de julio de 1960 las aguas y el lodo de los tres tacos que contenían el cauce natural del lago Riñihue fueron liberados, luego de meses de trabajo de cientos de obreros que se unieron en torno a un grupo de selectos ingenieros de Endesa.
Ese gran grupo fue conocido como los héroes que salvaron Valdivia de las aguas del “Riñihuazo”.
El líder de esta obra, de dimensiones faraónicas, fue el ingeniero Raúl Sáez Sáez. Él junto a otros profesionales y los “paleros” se sumaron para realizar una obra ingenieril que era de vida o muerte para los habitantes de la ciudad de Valdivia y sus alrededores.
Muchas situaciones humanas se vivieron en el campamento del Taco 1 donde Sáez pernoctó bajo una carpa y sin querer aceptar las comodidades de un hotel.
Toda esa epopeya la revivió para Diario de Valdivia su hijo, el también ingeniero Juan Carlos Sáez, actualmente abocado en la tarea de levantar un memorial para estos héroes y que conoce muy bien lo realizado en los tacos por la documentación que posee el Colegio de Ingenieros y por investigaciones propias.
“Mucha prensa, opositora al presidente Alessandri, preveía un fracaso enorme”, inició Juan Carlos Sáez la entrevista para Diario de Valdivia.
Añadió que el ingeniero Sáez, tuvo la suerte de sumar al trabajo en los tacos a ingenieros de gran capacidad y con estudios en el extranjero como fue el caso de Fernando Martínez, Rodrigo Flores, Raúl Devés, Edgardo Palma y Alberto Bennet, por nombrar a algunos.
“Todos estos ingenieros no tuvieron ninguna figuración ni premios públicos ni nada”, manifestó Juan Carlos Sáez.
“Nadie trabajaba por los aplausos, fue una epopeya muy republicana con un espíritu que ojalá Chile pudiera recuperar. El bajo perfil es una virtud más que un defecto”, sentenció.
Según Sáez hay varias versiones sobre cómo se conoció el fenómeno del crecimiento del lago Riñihue.
“Está la versión valdiviana que llega la noticia que el lago está creciendo a una velocidad extraordinaria y esa información llega al ministro de justicia Julio Philippi, que era un personaje de la zona, muy culto y lector de la historia de Chile y él sí fue capaz de relacionar esta crecida del lago Riñihue con la ola gigante que arrasó con todo después del terremoto de 1575”, contó Sáez.
Añade que Philippi le comentó su conclusión al presidente Jorge Alessandri, que era ingeniero, y éste le encargó a Pierre Lehmann, vicepresidente de Corfo, que dirija una obra que minimice los impactos de esa ola.
Fue así que Lehmann eligió al ingeniero Raúl Sáez y pone en acción la Corfo al Ministerio de Obras Públicas, Endesa y todas las empresas privadas que tuvieran alguna actividad de construcción en la región para movilizar la maquinaria.
Juan Carlos Sáez relata a Diario de Valdivia que su padre tenía un prestigio ganado por su impronta de planificador en Corfo. “Era un líder muy natural”, expresó.
“Él no se quedó en Santiago haciendo planos y diseños y mandando, sino que se vino al terreno y se pasó 3 meses en el barro junto a los trabajadores. Nunca hubo un hotel, salidas de vuelta a Santiago”, manifestó Juan Carlos Sáez.
“Dormía en una carpa y estuvo enfermo. Todo el mundo le decía que se fuera a Valdivia a cuidarse, pero él no se movió y produjo un estado de ánimo muy positivo en los trabajadores y en todo el mundo”, añadió.
“Él trabajó a la antigua, con los generales peleando en el barro y no desde la montaña”, enfatizó el ingeniero hijo de ingeniero.
“La prensa hablaba de él como el héroe del Riñihue, pero él siempre insistía en que los verdaderos héroes del Riñihue eran los paleros”, sentenció Juan Carlos Sáez.
La principal dificultad de la obra fue la lluvia. Por casi 40 días llovió en la zona, lo que aumentaba más el caudal del lago y llenaba más de lodo los tres enormes tacos.
Se intentó hacer los canales con palas mecánicas, pero la enorme maquinaria quedó embancada, por lo que Sáez ordenó que todo se hiciera con palas. Ahí surgieron las figuras de los paleros del Riñihue.
Juan Carlos Sáez comentó que hubo varios accidentes, incluso algunos donde estuvieron a punto d perder la vida los ingenieros Edgardo Palma y Fernando Martínez e incluso una situación con Leopoldo Castedo, quien documentó la película “La respuesta”, pues el helicóptero donde filmaba, amarrado de una las posaderas de la nave, tuvo que efectuar un aterrizaje forzoso.
Había elegir muy bien el terreno para decidir dónde dinamitar para enanchar el canal, evitando derrumbes que pongan en peligro al personal.
También hubo que hacer trabajos en la desembocadura del lago Panguipulli y el lago Riñihue para que no subiera el caudal del agua, trabajos donde fue importante el ingeniero Raúl Devés.
A eso hay que añadir las constantes réplicas del terremoto que entorpecían el lugar de trabajo y aumentaban el temor.
El hijo de Raúl Sáez destacó el trabajo de equipo de su padre. “Él nunca tomó una decisión solo, siempre consultaba antes de hacer”, expresó.
Sáez hijo comentó que entre el grupo de expertos estaba Fernando Martínez, tal vez el ingeniero que en 1960 sabía más acerca de mecánica de suelos porque había que trazar el canal por terreno firme.
“Esta generación de ingenieros armó lo que Chile es hoy día. No había muchas especialidades y había que irse a estudiar a otros países”, comentó.
También reconoció que el equipo, por las dificultades que encontró a veces debía improvisar soluciones, “pero como cuando se toca jazz, con mucha experiencia en la música que hay tocar”.
Sobre la logística añadió que adoptó dimensiones enormes para 1960, pues varias empresas de la zona se sumaron a la lucha contra el barro con su maquinaria.
“La comida y la bencina se hacía llegar por helicópteros”, indicó Sáez y añadió que quien a futuro sería el general Gustavo Leigh de la Junta de Gobierno de 1973 fue el comandante de la sección de helicópteros. Sáez tuvo una buena colaboración del oficial en los sobrevuelos del área de los tacos.
En 2010 Juan Carlos Sáez estaba concentrado en promover un homenaje para los que héroes del Riñihue, pero justo ocurrió el terremoto del 27 de febrero de ese año y consideró inapropiado hacer algo grande y se redujo a un homenaje en la Escuela de Ingeniería.
“A mis amigos ingeniero que conocían lo del Riñihuazo les parecía imposible que no existiera un recordatorio a una obra de esta envergadura e hicimos una fundación” señaló Sáez sobre la idea del memorial.
Añadió que los descendientes del abogado Julio Phillipi redactaron un borrador de una ley en forma pro bono, se logró el apoyo de los diputados de la región y en abril se promulgó la ley por el Presidente Gabriel Boric.
La idea es promover una idea, pero que la comunidad regional decida qué hacer. “No queremos ser santiaguinos que vengan a decir qué se debe hacer, debe ser algo conversado con la comunidad regional”, puntualizó Juan Carlos Sáez.
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