Durante cuatro horas, ocho personas comparten en una habitación sin mascarillas ni ventilación para celebrar el Día de la Madre. Si una de estas personas asiste infectada, la probabilidad de contagio alcanzaría un 96%. Participar en este encuentro, adicionalmente, sería 46 veces más riesgoso que conducir en estado de ebriedad.
Así lo indica el estudio desarrollado por el Centro de Acción Climática y la Escuela de Ingeniería Bioquímica de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, el cual da a conocer las probabilidades de transmisión en espacios cerrados y compara diversos escenarios de exposición con el riesgo asociado a conducir en estado de ebriedad.
Los resultados del “Análisis de Riesgos de Contagio de COVID-19 en Espacios no Ventilados” muestran una relación directa entre alzas de contagio y ausencia de ventilación, y refuerzan lo sostenido por la comunidad científica que, luego de un año de pandemia, responsabiliza a la transmisión aérea como principal vía de propagación del virus.
Los riesgos de la confianza
Una de las simulaciones del estudio, muestra las probabilidades de contagio al asistir a un cumpleaños, en el que diez personas comparten en una habitación sin ventilación durante dos horas y cantan el cumpleaños feliz sin mascarilla. Si de ellos está infectado con COVID-19, la probabilidad de contagio de los demás asistentes alcanza un 87%.
Marcelo Mena, director del Centro de Acción Climática PUCV e investigador líder del estudio, afirmó que “debemos cambiar la percepción de que solamente las fiestas clandestinas revisten altos riesgos de transmisión, ya que la mayoría de los contagios se producen al disminuir las medidas de cuidado. Una pequeña reunión familiar, aparentemente inofensiva, puede convertirse en una situación de mucho peligro”, agregó.
En efecto, el riesgo de contagio aumenta a 100% en una fiesta con 30 personas durante tres horas, sin mascarillas en un lugar sin ventilación y con un asistente infectado, cifra levemente superior al 87% que conlleva la celebración del cumpleaños.
Los mal vistos
El análisis, adicionalmente, simuló probabilidades de contagio en medios de transporte público – como microbuses y vagones de Metro – y en salas de clases de establecimientos educacionales. Así, para los microbuses, el riesgo de contagio durante un mes, realizando trayectos de ida y retorno, en vehículos con ventilación, uso permanente de mascarillas N95 y ante la presencia de una persona infectada, sólo alcanza el 0.1%.
En el caso de asistir a clases durante un mes con 30 alumnos, por cinco horas al día y ante la presencia de un infectado, los riesgos varían ampliamente ante la presencia de ventilación y uso de mascarillas N95. De este modo, una sala sin ventilación y sin uso de mascarillas alcanza una probabilidad de contagio de 97%, que contrasta con el 1% de riesgo que presentaría la misma sala, con ventilación y un uso permanente de mascarillas certificadas.
Nuevo foco de prevención
Investigaciones recientes como la publicación de la revista The Lancet, “Ten scientific reasons in support of airborne transmission of SARS-CoV-2”, coinciden en que el transporte aéreo es la principal vía de contagio del virus – mayoritariamente por aerosoles, partículas más livianas que alcanzan mayores distancias - lo que hace necesario evaluar las actuales medidas de prevención.
Al respecto, Marcelo Mena, profesor titular de la Escuela de Ingeniería Bioquímica de la PUCV, hizo un llamado a priorizar las medidas de ventilación en espacios cerrados y fomentar el uso de mascarillas certificadas, entre otras.
“Los contagios por superficies contaminadas son extremadamente improbables, según afirmó el Centro de Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos. Necesitamos trabajar junto a las autoridades sanitarias y la ciudadanía para convertir lo que vamos aprendiendo de esta enfermedad en planes y acciones efectivas para prevenirla”, agregó el académico.
Asimismo, Mena se mostró de acuerdo con incorporar las medidas propuestas por el estudio, entre las cuales se encuentra: reforzar el distanciamiento físico en espacios abiertos y cerrados, redefinir el aforo en espacios cerrados en base a sus condiciones de ventilación y no a superficie, utilizar monitores de CO2 para evaluar ventilación en espacios cerrados, promover el uso de mascarillas de certificadas y evitar aglomeraciones, incluso al aire libre.
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